Estaba leyendo acerca de una técnica que se llama “Kintsugi” es una técnica de origen japonés que se utiliza para arreglar fracturas de cerámica con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino y me encantó dos cosas que leí “Esta técnica repara las heridas llenándolas de oro” y Kintsugi es “El arte de mirar la belleza de las cicatrices”.
Y recordé que en 1999 tuve un accidente de auto que me dejo algunas cicatrices en la mano derecha y si te fijas a detalle en mi rostro tengo algunas marquitas por ello, yo iba de copiloto y cuando la persona que iba manejado chocó, el parabrisas se me vino encima directo a la cara, aunque quisiera no haber vivido eso, lo viví, sé que es parte de mi historia, no lo puedo cambiar ni borrar de mi línea del tiempo.
Cuando leí la frase “El arte de mirar la belleza de las cicatrices” ¡wow! sólo pude pensar en la belleza que sucede cuando una vida se encuentra con Jesucristo, puedes llegar completamente roto, literal quebrado, con muchas heridas de guerra por así decirlo y de pronto te encuentras con Jesús y Él te llena de su amor, empiezas a comprender que su sangre fue derramada por ti y que esa sangre puede cubrirte en el tiempo presente, esas heridas con las que uno llega se convierten en un testimonio para la Gloria de Dios. Se convierten en un testimonio para alcanzar a otros que pueden encontrarse en la misma situación que viviste.
La sangre de Jesús cubrió cada herida de mi vida, no puedo hacer nada para cambiar el pasado, no puedo hacer nada para cambiar que fui bulímica y anoréxica, no puedo hacer nada para cambiar algunas decisiones terribles del pasado, pero de las ruinas Dios me levantó a la belleza, me reconstruyó en amor.
Por gracia de Jesucristo al compartir mi testimonio he visto jóvenes y mujeres libres de la depresión, de la bulimia, de las ganas de quitarse la vida, libres de relaciones tóxicas, etc. Es impresionante como lo que en algún momento pudo destruirme Dios lo transformó en belleza para alcanzar a otros.
Dios no te cubre con oro, te cubre con la preciosa sangre de Jesucristo, Dios te deja ver que si decides creerle a Él por completo, Él levanta, Él resucita, Él restaura, cuando llegamos a Jesús llegamos con ese artesano que nos empieza a restaurar, literal llegamos al taller del maestro, y mientras Él nos va moldeando una vez más, te va dejando ver que siempre fuiste su obra maestra. ¡Aleluya!
Dios no repara las heridas llenándolas de oro, DIOS sana las heridas a profundidad
para llenar de vida, de gracia y favor para alcanzar a otros. Tal vez no puedes ver mis cicatrices, pero te aseguro que tengo, si las pudieras ver podrías ver una línea roja, la sangre de mi Señor, clamando: “Te amo tanto hija, mi sangre fue derramada, yo recibí en cada golpe, tu sanidad y restauración, hija yo soy tu amor redentor”.
Somos Su obra de arte, producto de Sus manos, creados en Cristo Jesús, renacidos espiritualmente, transformados, renovados, listos para ser usados en las buenas obras que Dios preparó, para tomar los caminos que Él estableció.
Nos hemos convertido en Su poesía. En Su poesía celestial.
Efesios 2:10
Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos
creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos
las cosas buenas que preparó para nosotros
tiempo atrás
Ephesians 2:10
10 For we are the product of His hand, heaven’s
poetry etched on lives, created in the Anointed,
Jesus, to accomplish the good works God
arranged long ago.