Jesús nos enseña la libertad del perdón, hay ocasiones en las que uno no puede controlar que sucedan situaciones que lastiman.
Esos momentos en los que puedes escuchar palabras hirientes, burlas que no puedes controlar.
Jesús nos enseña en el libro de Mateo lo siguiente:
Mateo 18
21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
Las personas pueden herir en el momento menos esperado, el enojo nos puede ganar y la falta de dominio propio se puede manifestar.
He entendido que cuando perdono, la que queda libre soy yo, he entendido que cuando suceden este tipo de situaciones lo mejor es apartarse, orar y ver la cruz.
Y recordar las palabras de Jesús cuando lo estaban crucificando:
Lucas 23:34
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
En medio del dolor, de las burlas que le hacían, de la injusticia, Jesús pensaba más en ellos que en Él mismo, Jesús siempre mostraba genuino amor por la gente incluso cuando le maldecían.
En la cruz mostró el poder del perdón, el poder del amor, el poder de dar su vida por otros, el poder de no pensar en si mismo.
Perdonar setenta veces siete, ¿se lee fácil verdad? Es un número infinito de veces. Puede parecer injusto, sí, la realidad es que el perdón nos libera y nos da la paz para seguir adelante.
Cristo siempre nos ama incluso en nuestro peor día, recuerdo más de 16 años atrás en medio del lodo del pecado, Él me buscó para amarme, no para condenarme, su perdón me liberó, su amor único me transformó.
Cuando perdonamos dejamos que Dios actúe en nosotros, y nuestro derecho de resentirnos queda clavado en la cruz.
Dios es Él que sana y trae la paz en medio del dolor.
Setenta veces siete.
Jesús nos enseña a entregar bendición, a todo aquel que nos ha lastimado.
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He decidido entregar rosas en lugar de cenizas.
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Con cariño,
Pastora Ari.